Jorge Daniel Pérez

El CEPROCOR, rememora la vida y labor del  Dr. Jorge Daniel Perez, quien falleció este 11 de septiembre. El Dr. Perez  se formó en la UNC como Químico Orgánico, donde realizó su doctorado en Fisicoquímica Orgánica. Se destacó como excelente docente e investigador. Apasionado y carismático hombre de ideas y acción, ocupó funciones de conducción en la FCQ-UNC, en la Provincia  y en nación, desde donde propulsó su convicción de vincular el conocimiento científico con el sistema productivo, convocando a destacados investigadores para plasmar su visionario ideario. Así fue el artífice  y fundador de dos Instituciones  en nuestra provincia que marcan la interacción entre el saber científico y el mundo productivo: CEQUIMAP  y CEPROCOR. La primera en la Universidad de Córdoba, la segunda en el seno de la Administración Provincial.  

Ambas Instituciones, hoy continúan en la misión que les imprimiera de dar respuesta a la demanda del sistema productivo de bienes y servicios desde Córdoba, y para todo el país.

Las autoridades y personal de CEPROCOR expresan su profundo pesar ante la desaparición física del Dr. Jorge Daniel Pérez. Deseamos hacer llegar nuestras condolencias a la familia y a todos quienes lo conocieron.


Jorge Daniel Pérez: Semblanza de su obra


Es este 11 de setiembre de 2020 un día triste para la ciencia de Córdoba y su institucionalidad innovadora. Hace horas nos enteramos de la muerte del Dr. Jorge Daniel Pérez, químico orgánico de grado, egresado y doctorado en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba. Científico argentino originario de su Gualeguay querido, y de allí probablemente la calidez de su trato y su vocablo cual el poeta más grande. Debemos saber que la ciencia, la tecnología y la educación de Córdoba y del país padecen una enorme pérdida con su adiós. Fue un grande de la ciencia y de la democracia argentina. Jorge enseñó a todos sus discípulos del sistema formal, y también a los más jóvenes entusiastas de sus ideas, como entender el exacto eje de las ciencias para lograr el mayor impacto social y productivo. Vincular sin prejuicios ni temores el conocimiento básico como herramienta de superación humana.

Fue un hombre de privilegiada inteligencia y memoria, claro, fuerte en sus convicciones, superador de cualquier adversidad que atentara contra la idea o proyecto, democrático hasta el hueso en consensuar las ideas. Vivió entregado a difundir sabiduría sin temores ni egoísmos. Su mente en el estadio inicial de la idea era difícil de seguir, pero a poco de andar aclaraba a sus equipos, con admirable sencillez, las soluciones factibles. Córdoba, y luego la nación Argentina, logró como sociedad mucho de él y de su obra, y hoy miles de estudiantes transitan y se forman en su legado institucional. Creó el CEQUIMAP junto al Dr. Rubén Alonso, institución pionera de la UNC para la transferencia de soluciones reales al sector productivo. Impulsó la apertura democrática del CONICOR a proyectos científicos orientados a las necesidades sociales, fue el ideólogo esencial del CEPROCOR, y su fundador junto con los Dres Rubén Alonso y Marcelo Rubio. Presidente de la ANPCyT (Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica) desde la que supo aplicar cabalmente la Ley de Promoción y Fomento de la Actividad Tecnológica Ley 23.877. Con esta ley y en esa etapa, el país tuvo la mayor transferencia de fondos a proyectos innovadores de empresas argentinas de base tecnológica.

Su visión ejecutiva en sus decanatos en la Facultad de Ciencias Químicas de la UNC, sus ideas renovadoras en las campañas rectorales, aun cuando no logró ser electo rector por escasos votos al no adherir a mezquinas propuestas propias de la elección indirecta de entonces. Y sobre todo su incansable práctica docente para orientar el desarrollo científico y tecnológico argentino al bien común tanto social como productivo. Impulsó como Ministro de Educación de la Provincia de Córdoba, desde 1995 a 1999, el enorme plan transformador de la educación general básica y especializada  buscando la inclusión local en la formación de nivel secundario para fortalecer las economías regionales. Su idea era tener más jóvenes estudiando y formándose en resolver las problemáticas de sus propias regiones. Jorge Pérez fue pionero de la apertura aeroespacial de argentina al concebir desde Córdoba el primer satélite Argentino, lanzado en 1996 desde la base rusa de Plesetsk. El µSAT 1 VICTOR, que tiene el orden registral número 1 en el registro nacional de objetos argentinos lanzados al espacio exterior, y por el cual la nación argentina ostenta el mérito de país con actividad espacial.


Se fue un amigo de todos, un cultivador incansable de la amistad por ella misma y cómo magno medio para formar hombres y mujeres en los caminos de la ciencia y la tecnología.
Se fue un grande, humilde, valiente, y lo hizo un 11 de setiembre porque seguramente Sarmiento, a quien tanto admiró y proclamó en sus discursos, pidió llamarlo para reunirse allá, y continuar la única y verdadera tarea educativa: Aquella que sin cansancios ni especulaciones de cualquier índole busca la mente ávida de los jóvenes como plataforma infinita para forjar el bien de la raza humana.


Eduardo Matínez, Rubén Alonso, Marcelo Rubio


Despedida al Dr. Jorge Pérez

Quisiera visualizar dos cualidades del Dr. Jorge Pérez, que en raras ocasiones pude observar en otros intelectuales dedicados a las más variadas temáticas.

Una de ellas, era su capacidad por evitar la confrontación. Las discusiones con el Dr. Pérez por lo general, terminaban en decisiones o conclusiones que se complementaban. Expresado en breve, no era sectario.

Esta afirmación que suena como muy contundente, se basa en una vivencia que me tuvo como participante directo.

Cierto es que con el Dr. Pérez nos teníamos un mutuo aprecio y respeto. También, tuvimos duros enfrentamientos verbales, en una época, “característica de nuestra cultura”, de un alto índice de intolerancia, muy dura.

Cabe agregar que ambos manifestábamos públicamente un perfil político diferente, hasta se podría afirmar, antagónico.

Sin embargo, compartíamos algunas ideas fuerza y objetivos que ambos evaluábamos como centrales, cuya implementación considerábamos indispensables; y debían ser impulsados en el marco de la Facultad, la Universidad y la Región.

Esas metas, para aquel tiempo eran: Sostener el alto nivel académico, históricamente alcanzado por los grupos de investigación básica trabajando en la Facultad de Ciencias Químicas; nunca el Dr. Pérez dejó de lado la importancia de este objetivo. Pero además, expresaba su aspiración, su necesidad de incorporar dentro de lo posible un área diferenciada con una clara orientación tecnológica, y de apoyo a emprendimientos regionales productivos. Además, manifestaba el deseo de adquirir experiencia desde la función pública, en la gestión y organización del saber científico-tecnológico útil.

Pude ver reflejada su amplitud “ideológica” cuando siendo el Dr. Pérez, Decano de la Facultad de Ciencias Químicas, me convocó para que colaborase con su gestión haciéndome cargo de la Secretaria de Ciencia y Técnica de la Facultad. Todavía recuerdo el diálogo que tuvimos al respecto. “Te agradezco Gallego pero yo estoy en la vereda de enfrente…..” A lo que me respondió “yo no te llamo para que vengas a hacer política, lo hago para que me ayudes a mejorar la facultad, el saber científico y hacer que ese saber científico le sea útil a los que producen y a la gente”.

Fue desde ese espíritu que La Facultad motoriza una nueva experiencia creando el CEQUIMAP·(Centro de Química Aplicada).

También, fue desde ese espíritu y de su indiscutido liderazgo que la Región Córdoba cuenta con el CEPROCOR (Centro de Excelencia en Productos y Procesos de Córdoba), un ámbito donde se practica el Saber Científico-Tecnológico Útil y a disposición de los Emprendimientos regionales productivos.

Quisiera concluir mi despedida afirmando que muchos son los logros que nos deja el legado del Dr. Pérez; pero no menos importante, y esta es la segunda cualidad que quería rescatar para que la recordemos como ejemplo a imitar, cuál es la práctica cotidiana de un intransigente espíritu crítico que a mi juicio fue el instrumento que mantuvo vivo hasta su partida, su actitud renovadora.

Carlos Landa